miércoles, 22 de octubre de 2008

Esa piedra pequeñita



Pensé en mi esquina, pensé en mi recodo en esa piedra pequeñita de una esquina insignificante en un lúgubre sótano de una casa abandonada. Y me di cuenta de que en esa piedra pequeñita de una esquina insignificante en un lúgubre sótano de una casa abandonada había muchos nombres grabados.



Nombres. Nombres de gente que llegó para destruirla y nombres de gente que llego para adorarla. Nombres que gente grabó en sus paredes a la fuerza y simplemente olores de gente que pasó por su lado. Pensé que en un recodo no podría haber muchas cosas guardadas, sin embargo miré a un lado y a otro y me di cuenta de que por todos lados había señales. Señales que la gente dejo para demostrar que alguna vez estuvieron allí. Encontré lágrimas secas en el suelo, escuche risas apasionadas perdidas en el tiempo. Había ambiente tenso y cargado y a la vez agradable y relajado. Sin embargo por mucho que observaba no encontraba nada claro, aquel lugar parecía estar como… deshabitado.


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