domingo, 26 de octubre de 2008

El banco

Un banco. Un atardecer. Una espera. El tiempo escapa. Observo, me empapo, aprendo.
Me emociono al ver que todavía podemos hablar de infancia. ¡Hay niños jugando a la pelota! Creía que eso se había terminado. Las consolas quitan el puesto a un buen balón con la válvula corroída por la fricción contra el suelo. Realmente me doy cuenta de lo feliz que se puede ser con un trozo de tela con aire en su interior.



Silencio. Pienso. Creo que tengo que aprender mucho de estos enanos, se me había olvidado en que consiste la vida. No se trata de ver un futuro, no se trata de pensar en un pasado, se trata de no desperdiciar un presente.
Cerca otro grupo. Saltan. Vuelan. Se caen. Se levantan. Ruedan. Corren. Juegan. Parkour lo llaman. Libertad. Superación. Constancia. Son niños inocentes que me dan lecciones de vida. Rememoro. Recuerdo. Evoco. No se trata de tener para vivir, se trata de vivir con lo que tienes.



Suena el móvil. -Estoy llegando, perdón por la tardanza.
Tranquila- pienso- No hay prisa.



Tras unos minutos observando miro al horizonte, lleva el pelo suelto, es morena, 1,70, guapa, ojos marrones, boca grande, inteligente, simpática, sensible. Su nombre… optimismo

No hay comentarios: